28 jun 2011

Sesión CREATRAL 14. Evaluación

La energía al comienzo de la sesión es excelente. Todos nos fuimos a casa con un “subidón” muy grande la última sesión y varios participantes manifiestan que tenían ganas de volver después de las vacaciones de Semana Santa. Charlamos sobre la intensidad de las escenas de la sesión pasada y la risa y emociones que nos provocaron.

En círculo repasamos el trabajo de la semana anterior, explicamos que estamos pasando escenas basadas en las que había propuesto cada grupo. Que se trata de situaciones posteriores o anteriores a la escena propuesta, protagonizadas por los mismos personajes. La intención es convivir con tu personaje y los compañeros de éste para entender las relaciones que les unen. Comenzamos con un tiempo en silencio y a partir de ahí las acciones son simples. El papel del coro va avanzando. Estamos aprendiendo a intervenir como coro (colectiva o individualmente) cuando corresponde, de esta manera practicamos la escucha y la toma de decisiones basada en la evaluación de lo que está sucediendo en escena.

Los estiramientos son muy beneficiosos porque nos ponen rápidamente en actitud de trabajo y hacen una función de “limpiadores” de las tensiones que hemos acumulado durante el día.

El trabajo de concentración en círculo permite enfocar la mente en una tarea simple pero que al mismo tiempo necesita de mucha atención, lo que favorece la relajación del cuerpo y la aparición de las emociones espontáneamente. En este caso la emoción aparece en forma de risa, risita, ataque de risa, carcajadas sueltas… Parte del grupo manifiesta su sorpresa ante la expresión de tanto júbilo pero al final, cuando el movimiento se ha trasladado a todas las personas la risa es común y todos participamos de ella. No parece que haya ninguna causa “racional” para reírnos, sin embargo, todos entendemos que es una risa pertinente, que no está fuera de lugar. En mi opinión esta risa tiene que ver con el goze de poner en acción cuerpo y mente simultáneamente en una tarea fácil y que, al mismo tiempo, necesita gran concentración por parte de todos los miembros del grupo. La alegría también procede de sentirnos parte activa y aportadora del grupo y estar realizando una tarea común que nos interconecta como individuos.

Pasamos las escenas en el siguiente orden:

·         “La niña autista” - PRE-escena.
Trabajo cooperativo con trantrix, primero la niña y el acosador y luego también el otro compañero. Además tendremos un adulto extra que estará vigilando. Los niños tienen que conseguir el objetivo común de hacer tres circuitos de diferente color.
Como ya sucedió la vez pasada, al ser la primera escena en pasarse el ambiente está todavía frío y a los actores les cuesta mucho entrar al “juego”. Es cierto que la propuesta de partir de la inacción puede confundir a los actores, porque no siempre se entiende bien en qué parte estoy interpretando un personaje y en qué medida estoy implicándome como actor. En parte se trata de entender desde la vivencia que personaje y actor son la misma cosa y que el actor tiene que aportar tanto de si a la construcción del personaje que es difícil distinguir las emociones de uno y otro por separado.
Varios de los participantes se encuentran “perdidos” en la escena pero aún así siguen adelante tomando decisiones en nombre de sus personajes que hacen avanzar la acción.
Nos damos cuenta que la acción propuesta “jugar al tantrix, que es como un puzle”, no sirve demasiado como propuesta escénica: hace que los actores permanezcan quietos, concentrados y pensando, lo que no facilita en absoluto la expresión de lo que están pensando o la libertad de movimientos necesaria para encontrar soluciones “intuitivas” a sus dudas en escena.
Es muy interesante que al terminar la escena los tres actores cuentan su experiencia y sus dificultades confiando mucho en el grupo, sin ningún tipo de “corte”. Esto me hace pensar en la primera sesión en la que una de las actrices de esta escena expresó una dificultad y en aquel momento todos lo vivimos como un acto de gran valentía y arrojo, mientras que ahora, el clima de confianza está muy consolidado y expresar sentimientos o pensamientos personales no necesita de tanto esfuerzo como al principio.
El ambiente, un poco frío todavía, dificulta la participación del coro, que según avance la sesión y se vaya caldeando el ambiente participará mucho más.

·         “La gordi y las guays” – POST-escena
10 años después se encuentran todas en el gimnasio. Cada una llega por su cuenta.
Nada más comenzar la escena, la niña acosada –la gordi- decide ser la dueña/monitora del gimnasio y de esta manera ponerse en una situación completamente diferente de la de la escena original en la cual estaba sometida a las otras compañeras que la humillaban y acosaban. Las dos chicas acosadoras tienen un comportamiento desigual, una de ellas, la que hacía más de “cómplice” del acoso ha, más o menos, superado la situación y tiene una vida normal y se comporta muy superficialmente. La otra, que llevaba la voz cantante durante el acoso, acaba de dar a luz y se muestra muy descontenta con su cuerpo y por extensión con su vida. Cuando todas se encuentran la chica acosadora no soporta la tensión y decide, avergonzada, abandonar el grupo lo antes posible. La chica acosada aguanta el tipo y, a pesar de que parece que está por encima de lo sucedido, no puede ocultar su disgusto ante el encuentro. Una vez que la chica acosadora se marcha, se encuentra con la antigua profesora en el vestuario donde tienen un encuentro de “redención” para la chica, en el cual la profesora puede llegar a perdonarla y quedan para otro día.
Es interesante el grado de emoción que la actriz que representa a la chica acosadora deja fluir y en un momento determinado desde la dirección proponemos un abrazo entre alumna y profesora que contenga y acompañe a la actriz en su proceso emocional. Este abrazo es muy importante para que la actriz no se sienta sola en el proceso y, sobre todo, para que la emoción que pertenece a la escena, termine con la escena, se quede en el escenario y deje que la actriz se recupere de ella y prosiga con su vida real tranquilamente.

·         “Comba o pelota”- POST-escena
Llevamos comba y pelota y que jueguen solos (cada uno por su lado) en el salón de su abuela.
De nuevo, al igual que en la escena del zoológico de la sesión anterior, sucede que el coro es el gran protagonista de esta escena.
Los tres actores conviven con un montón de mobiliario humano que representa el salón de la abuela: el reloj, el jarrón, el teléfono, la foto de la comunión… Cada elemento tendrá un papel relevante a lo largo de la escena. El teléfono sonará, la foto se romperá, el reloj dará la hora y mientras tanto varios muebles se transformarán en la abuela, el gato y la madre de uno de los chicos.
Es una escena estupenda, pura improvisación teatral de la mejor calidad. Sin duda lo más destacable es el ritmo, que se basa en la escucha y la toma de decisiones acertadísimas por parte de todos los participantes. Cada elemento del mobiliario y cada nuevo personaje entra exactamente donde la historia lo necesita para seguir avanzando. Los tres actores principales van incorporando cada elemento con enorme coherencia dentro de sus discursos mentales y corporales. La escena es de una gran riqueza de matices que a todos nos hace entender que lo que a priori era una escena simple entre dos hermanos y un amigo, en realidad tiene toda la complejidad de que son posibles las relaciones humanas y fluctúa en todo momento entre el estereotipo y la particularidad de estas personas en escena.
Algunas de las situaciones son tan graciosas que la risa es difícil de controlar por parte de nadie, pero incluso en los momentos en que los jarrones se ríen nunca la ficción dramática se rompe porque desde ahí, desde la risa, cada uno sigue con su acción

·         “ La ventana” – ESCENA
Pasan todos como alumnos. Objetivo de la profesora es que todos los niños sean cuadrados. Los objetivos de los chicos varían, unos quieren que les quieran, otros quieren ser cuadrados y otros quieren salir por la ventana.
Se reparten los roles entre los diferentes participantes y disponemos la acción en el escenario. Desde el principio somos conscientes que el papel de la profesora es un reto para la actriz que lo interpreta, porque va a tener como interlocutor a un grupo de unas 16 personas. La acción comienza y la profesora comienza a dar la clase, cada niño actúa en función de sus objetivos y esta parte, para ser improvisación y con tanta gente está bastante coordinada. Sin embargo, la acción no avanza, la historia se estanca y en algún momento alguno de los actores que hacen de niños decide terminarla saliéndose por la ventana y seguido por el resto de los compañeros.
Lo más interesante de la escena es la evaluación después de la misma. La actriz que hace de profesora manifiesta que se ha sentido impotente para hacer avanzar la escena por los lugares que ella hubiera querido. Es ahí donde nos damos cuenta de que ella ha estado trabajando de guionista externa a la escena en lugar de cómo actriz dentro de la misma. La herramienta del actor en una improvisación no es tener una historia en la cabeza y hacer que la escena evolucione en esa dirección, sino que pasa por tener un objetivo que se pueda conseguir durante la escena y trabajar para que así sea. La profesora tenía el objetivo claro de convertir a todos sus alumnos en cuadrados, pero la actriz ha decidido no trabajar este objetivo y sin embargo asumir ella sola la responsabilidad de que la escena avanzase según lo que ella tenía en la cabeza. En esta decisión hay varios puntos que impiden que la acción avance. Primero, la idea de escena no es compartida y por lo tanto, ante la incapacidad de explicarnos cómo queremos que la cosa avance, lo más que podemos hacer es actuar en consecuencia y esperar que el resto de actores nos siga, pero cuando tenemos que coordinar un grupo de 16 esto parece complicado. Sin embargo, si la actriz hubiera asumido su objetivo se habría puesto a trabajar en una evolución común de la historia en la que cada uno de los actores aporta su parte y todos los objetivos y acciones de cada uno van readaptándose en consecuencia. Si la profesora hubiese actuado para conseguir su objetivo, en lugar de trabajar ella sola arrastrando al resto de actores hacia su historia, hubiera implicado a todos los actores en una historia común en la que cada uno/a actúa su parte y entre todos la historia avanza. Compartimos entonces la idea de que cuando hacemos el trabajo entre todos la aportación que cada uno tiene que hacer para que la escena avance es relativamente pequeña y pasa por mantener una escucha muy activa de todo lo que sucede en escena e intervenir cuando el avance de la historia lo requiera.

Para terminar la sesión extendemos por el suelo tarjetas que nos permiten ver el material que hasta ahora compone el acervo del grupo. Cada escena está escrita en una tarjeta. De esta manera planteamos que el trabajo que a partir de la siguiente sesión tenemos que hacer es un trabajo de selección, descarte y ordenación de las escenas que nos de cómo resultado el guión de la obra que hemos creado colectivamente. Es impresionante ver toda la cantidad de material creado y resulta un poco difícil pensar qué es lo que de aquí vamos a eliminar o rescatar para la función.

Para terminar hacemos una bola y respiramos un poco todos juntos, semejando un latido de un corazón. La sensación al terminar es muy buena. De nuevo nos vamos a casa con gran energía y muchas ganas de seguir con el trabajo.

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