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Foto: Julian Partridge |
Los juegos no son neutrales, potencian un determinado código de valores a través del cual se estructura un determinado tipo de persona-jugador, unas determinadas relaciones entre los propios jugadores.
Los juegos cooperativos son un instrumento muy útil para modificar las relaciones y estructuras sociales vigentes, claramente violentas.
Se potencia la participación frente a la exclusión, la cooperación frente a la competitividad, la risa de todos frente a la risa de unos sobre otros, la igualdad frente a la discriminación, la comunicación positiva frente a la cerrazón y el conflicto, la construcción de la paz frente a la violencia.
La mayoría de los juegos, basados en la competitividad, crean y mantienen el mecanismo de los ganadores y de los perdedores. Sin embargo existen juegos que funcionan de otra manera. Su mecanismo está basado en la cooperación y por consiguiente es todo el grupo de jugadores quien gana o pierde. Estos juegos no son menos divertidos que los otros y se dirigen a niños, jóvenes y adultos. Su pedagogía, cuando se inscribe en proyectos más amplios, representa un desafío por un mundo más justo y más solidario.
Josune Igoa
InteRed Euskadi
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